Su trabajo no era otro que escribir, escribir últimas palabras. Esas últimas palabras que pasan a la posteridad escritas en lápidas, en libros de historia, en biografías de personajes importantes, aunque sólo lo sean tras el paso de los años. Últimas palabras que inspiran a muchos o que significan sólo algo para unos pocos. Toda su vida había escrito últimas palabras para los demás, las retocaba, las inventaba, las magnificaba. Sin embargo, se murió sin dejar ni una sola palabra, ni una sílaba tan siquiera, ya las había gastado todas. Por fin pudo disfrutar del silencio.