Tanto quería ver el mar que le pidió a su nariz que aprendiese a oler las olas y la sal. Le pidió que oliese el azul profundo y el verde aguamarina.
Tanto quería ver los campos en flor que le pidió a sus oídos que aprendiesen a oír la llegada de la primavera y el despertar de las flores. Les pidió que oyesen las blancas margaritas y las rojas amapolas.
Tanto quería ver su cara que le pidió a sus manos que aprendieran a reconocer cada detalle, cada peca, el rubor de sus mejillas. Les pidió que le mostrasen su sonrisa y el color de su pintalabios.
Y a sus ojos sólo les pidió que no derramasen lágrimas jamás y así fue, porque la mar nunca es más azul, la primavera más colorida, ni una sonrisa enmarcada en rojo más bonita que cuando el ciego las ve.
Una respuesta a «Aprendiendo a ver»
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PURO ARTE, LO HE DISFRUTADO CON LOS CINCO SENTIDOS.