Más allá de la cortina de nieve no podía ver nada. Al darse la vuelta vio al niño, sobre sus propias huellas, observándola fijamente.
– ¿Qué es esa chatarra que llevas en la carreta? -preguntó ella.
– Son mis tesoros, pedazos de las personas y lugares que he conocido. Siempre las llevo conmigo. ¿Por qué tú no tienes nada?
– Lo he dejado todo atrás.
– Si das un paso más estarás un paso demasiado lejos -dijo el niño- Esto es el fin del mundo.
– Pues no puedo volver.
– Entonces me quedaré contigo un rato y cuando me vaya te daré un pedacito de mí para que puedas volver a empezar.
2 respuestas a «El fin del mundo»
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Hoy tenía uno de esos días tontos en que pensaba que iban a pasar las horas sin enamorarme de nada. Que desperdicio.
Y entonces encontré tu blog.
Espero encontrármelo otra vez mañana, así como hoy, por casualidad.
Pues me alegro de que acabaras por aquí. Si la casualidad, que suele ser muy lista, te trae de vuelta, pasa hasta la cocina y pierde un poco el tiempo con estas estupideces.
Un saludo.