Me gustas, septiembre, por traernos días cálidos y tardes frescas. Porque eres principio tan cerca del fin. Por las granadas, que decían mis abuelos que si te las comías sin tirar ni un solo grano podías pedir un deseo y yo he desgranado mi suerte en cada intento sin que recuerde ya qué deseos acabaron por el suelo. Me gustas, septiembre, porque eres verano y otoño y a mí también me cuesta decidirme a veces.