¿Cuánto pesa el amor?

Vamos a poner un corazón en una balanza, ¿cuánto pesa el amor?

¿Con qué se equilibran los platos?

Tal vez una bocanada de humo o la pluma de un colibrí.

¿Cuánto pesa el amor?

Cien pétalos de rosas o la luz de mil candelas.

¿Cuánto pesa el amor?

Mil noches en vela o todos los amaneceres.

¿Cuánto pesa el amor?

Un susurro al oído o un reproche a mala hora.

¿Cuánto pesa el amor?

La Luna que nunca bajas o las estrellas que no se alcanzan.

¿Cuánto pesa el amor? ¿Cómo se equilibra la balanza?

No busques mi amor

No busques mi amor a pleno día, sino en la luz que persiste en el horizonte cuando llega la noche.

No busques mi amor al calor del sol, sino en el rescoldo de las brasas.

No busques mi amor en el solsticio de verano, sino en los días de invierno que se esconden en la primavera.

No busques mi amor en la mañana despejada, sino en las horas claras de la noche justo antes de la oscuridad que precede al amanecer.

No busques mi amor en plena euforia, sino en las lágrimas de felicidad que esconden alguna tristeza.

No busques mi amor a la vista de todos, pues se esconde en las sombras de los pequeños detalles, esperando para salvarnos cuando no nos quede nada más.

Reencuentro

Una historia de amor.

Vídeo realizado en colaboración con Árido Films. Ana Stone como zombie.

Ensayo sobre las pequeñas cosas

Las pequeñas cosas son las que crean y destruyen las cosas grandes, la alegría, el valor, la esperanza o el amor. A las pequeñas cosas les gusta anidar en el corazón, en silencio, como hormiguitas afanosas que cavan largos túneles. Al principio pasan desapercibidas, parecen tonterías, es una sonrisa de medio lado, no especialmente bonita, un pelo rebelde que no obedece al cepillo, la risa tonta que no se puede contener, el olor a café por las mañanas, la sobremesa y algunas noches y más mucho más. No se les hace caso, parecen inofensivas, el cerebro las ignora y entonces se hacen fuertes y ya no se van. Para bien y para mal.

El amor, esa cosa tan grande, tiene mucho de pequeñas cosas, lo tiene todo. El amor que se explica con razones contundentes, no es amor, es otra cosa; pero el amor que no se sabe explicar, ese es el de verdad, porque ese «no lo se» esconde todas las pequeñas cosas. Es un amor de muchas, muchas, muchas cosas pequeñitas que se escurren entre los dedos de la razón y colonizan todo el ser. Fíate de quien no sabe por qué te quiere y ama tú del mismo modo.

Pero el desamor también son pequeñas cosas, mucho más terribles, contra las que no se puede luchar. No son un gran enemigo al que atacar de frente, son pequeños infiltrados silenciosos que llegan de uno en uno y se convierten en una guerrilla. Al principio no se les da importancia, de insignificantes que son, pero cavan en silencio y sus túneles se extiende muy profundos.

¡Ay las pequeñas cosas! Tan maravillosas y tan terribles.